¿Sería usted capaz de hacer lo que hizo Jesús? Cambió un castillo sin manchas por un establo mugriento.
Cambió la alabanza de los ángeles por la compañía de asesinos. Él podía sostener el universo en la palma de la mano, pero renunció a ello para Motar en el vientre de una muchacha.
Si usted fuera Dios, ¿dormiría sobre paja, se alimentaría del seno de una mujer y dejaría que le envolvieran en pañales? Yo no lo haría, pero Cristo sí lo hizo.
Si supiera que aquellos a quienes ama se reirían en su cara, ¿se seguiría preocupando por ellos? … Cristo lo hizo.
Se humilló a sí mismo. Pasó de darles órdenes a los ángeles, a dormir sobre paja. De sostener las estrellas, a tomarle el dedo a María. La palma que sostenía el universo recibió el clavo de un soldado.
¿Por qué? Porque eso es lo que hace el amor. Anteponer al amado.
El amor recorre distancias… y Cristo viajó desde la eternidad ilimitada a ser confinado por el tiempo para convertirse en uno de nosotros. No tenía por qué. Pudo haber desistido. En cualquier punto del camino pudo haberse echado atrás.
Cuando vio el tamaño del vientre pudo haberse detenido.
Cuando vio lo pequeña que sería su manita, lo suave que sería su voz, el hambre que sentiría en su barriguita, podría haberse detenido.
Al primer atisbo del establo maloliente, a la primera ráfaga de aire frío.
La primera vez que se raspó la rodilla o se limpió la nariz o comió rosquillas quemadas, pudo haberse dado la vuelta y marcharse.
Cuando vio el piso sucio de su casa de Nazaret.
Cuando José le asignó la primera tarea.
Cuando el vecino tomó su nombre en vano.
Cuando el granje¬ro perezoso maldijo a Dios por su mala cosecha.
En cualquier caso Jesús pudo haber dicho: «¡Basta ya! ¡Se acabó! Me marcho a casa». Pero no lo hizo.
No lo hizo porque Él es amor.
Extracto del libro “3:16″
Por Max Lucado
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