Y dijo el Señor: ¿Quién es el mayordomo fiel y prudente al cual su señor pondrá sobre su casa, para que a tiempo les dé su ración? Lucas 12:42
Con frecuencia alabamos a Dios por su fidelidad. Estamos agradecidos de que siempre podemos contar con que Él esté a nuestro favor. Pero rara vez consideramos el hecho de que Él necesita también que seamos fieles.
Es cierto. Dios necesita gente con la que pueda contar. Él necesita administradores fieles y sabios a los que pueda confiar su casa. En esta hora final, Dios necesita administradores fieles para poder manifestarse más ampliamente en la tierra.
“¡Gloria, Dios no me necesita!”
Sí, Él le necesita. Desde la creación, cuando le dio al hombre dominio sobre la tierra, Él ha necesitado gente que trabaje con Él para que su voluntad sea hecha aquí en la tierra. Usted puede ver eso en toda la Biblia. Cuando los hijos de Israel estaban en cautiverio en Egipto y Él quería sacarlos, buscó a un hombre, Moisés, para que hiciera el trabajo. La responsabilidad de Moisés fue extender la mano y mandar que la voluntad de Dios fuese hecha en la tierra.
¿Por qué escogió a Moisés? Porque necesitaba a alguien que fuera fiel y se atreviera a actuar conforme a su Palabra. Necesitaba a alguien con quien pudiera contar, y Él sabía que Moisés era esa clase de hombre. El Salmo 103:7 dice: “Dio a conocer sus caminos a Moisés; reveló sus obras al pueblo de Israel”. Si Moisés no hubiese sido fiel en conocer los caminos de Dios, el pueblo de Israel nunca habría visto las obras de Dios.
Dios le necesita a usted así como necesitó a Moisés. él necesita que usted sea fiel y esté atento a las cosas espirituales; necesita que sea alguien en quien Él pueda confiar, que conozca su Palabra y sea obediente a ella. Dios necesita que usted sea un administrador que extienda su mano como Moisés lo hizo, para que Él pueda hacer señales y prodigios entre la gente.
¿Será usted fiel? Es una decisión que solo usted podrá tomar, nadie podrá tomarla por usted. Ahora mismo, comprométase a ser un siervo fiel y prudente. Diga en su corazón y con su boca: “Dios, puedes contar conmigo“.
Por Gloria Copeland
0 comentarios:
Publicar un comentario