Una princesa con corazón de guerrera

Toda mujer fue niña una vez. Y toda niña guarda en sus corazón sus más preciosos sueños. Sin embargo hemos perdido el corazón de mujer...

Convierte en leyenda...

No se trata de los zapatos. Se trata de saber hacia donde te diriges. Sin olvidar donde empezaste. Se trata de tener el coraje para fallar. No quebrarse cuando estas derrotado. Tomando todo lo que se te ha dado. Y hacer algo mejor..

Day of Days...

Nos lo han dicho. Miles de veces. "Fueron escogidos para ello". Una nueva unidad. Un nuevo escuadrón. Una misión única: Ser los primeros en tocar tierra. Antes que cualquier soldado haga su desembarco en el Día D. Usted. Yo. Hemos sido seleccionados para abrir brecha en las líneas enemigas...

Sin miedo a nada...

Miedo. El mayor enemigo de nuestros sueños. Temor al fracaso. A arriesgar de nuevo y salir lastimados. Interrogantes que flotan día a día en nuestras cabezas. La diferencia entre lograr algo y quedarse con las ganas...

Hambre de Gloria...

De verdad deseas morir de esta manera?. Lo sabes, esta esperando por ti. Piénsalo bien amigo. ¿Te importa tanto? ¿Realmente lo quieres?. Esa corona puedes conseguirla de otra manera. Porque arriesgarte. Lo sabes bien. Van a quebrar tus huesos y moler tu cuerpo...

26 mayo 2011

Dosis diaria - Sigue tu sueño...

Entonces Moisés respondió a Dios: ¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel? - Éxodo 3:11,12

¿Alguna vez ha tenido un sueño inspirado por el Espíritu Santo, un sueño de hacer algo realmente grande para Jesús? ¿Un sueño, por ejemplo, de ser tan próspero que usted pueda financiar un avivamiento en toda la nación? ¿Un sueño de llevar miles de personas al Señor?

Quizá lo haya tenido alguna vez, pero quizás no se atrevió a llevarlo a cabo. Tal vez pensó: “Yo no puedo hacer eso. Satanás me ha mantenido derrotado por tanto tiempo que tengo una pobre imagen de mí mismo”.
Si es así, tengo buenas noticias para usted. Si confía en Dios, aunque tenga una pobre imagen de sí mismo, no le va a apartar del éxito. Mire en el libro de Éxodo y verá a un hombre que demostró eso. Su nombre era Moisés.

Moisés no tenía una buena imagen de sí mismo; había cometido un error muy grave al inicio de su carrera. Fue un error que le llevó al desierto, en el que estuvo 40 años pastoreando las ovejas de otra persona. Moisés había soñado una vez con ser libertador del pueblo de Dios, pero ya no. En su opinión, él era un derrotado, un fracasado, un fiasco.

Pero Dios no pensaba así. De hecho, cuando Dios se apareció a Moisés en el desierto, Él no le pidió a este que le mostrara las credenciales; no le mencionó nada de su pasado turbio. Solo le dijo que fuera a ver a faraón y le dijera que dejara ir al pueblo de Dios.

Pero Moisés seguía lidiando con la pobre imagen que tenía de sí mismo. “¿Quién soy yo para que vaya a faraón?”, balbuceó él. ¿Sabe la respuesta que Dios le dio? Le dijo: “Ve, yo estaré contigo”. Lo que Moisés fuera no era importante. Lo que importaba era que el Dios viviente estaba con él.

Lo mismo es cierto acerca de su vida. Usted no necesita tener una lista de éxitos para responder al llamado de Dios. No necesita una cadena de credenciales espirituales. Todo lo que necesita es la presencia del Señor. Piense en eso cuando el diablo le diga que usted es un fracasado y que nunca podrá hacer lo que Dios le ha puesto en su corazón. Póngalo en su lugar. Dígale que no es importante quién sea usted, porque el Dios viviente está con usted. Luego atrévase a seguir su sueño.

Por Carlithos

25 mayo 2011

Dosis diaria - La Parábola de los Talentos...

Pasaje clave: Mateo 25:14-30.

Aunque en el Antiguo Testamento el talento era una unidad de medida de peso utilizado entre los judíos, griegos y babilonios, la pala­bra “talento” se utiliza con frecuencia figuradamente. Así que los talentos se deben entender principalmente como dones sobre­naturales conferidos por el Espíritu Santo. De allí la doble intención al explicar Jesús este mensaje a su pueblo, ya que aunque era verdaderamente una moneda también repre­senta un don.

Según cuenta el relato, el amo dividió el dinero entre sus siervos de acuerdo a sus capacidades. Aunque los siervos fieles supie­ron qué hacer con lo que les había sido dado, había uno que no quiso abandonar sus ocu­paciones para servir a su amo. Este hombre solamente pensaba en sí mismo. Quería evi­tar riesgos para protegerse, aún al perder lo poco que tenía.

¿Puede identificarse entre alguno de estos siervos?

El Señor vendrá a arreglar cuentas con cada uno de nosotros para saber qué hemos hecho con el capital de inversión que él ha depositado en nosotros. Todos los siervos tenían capacidades para recibir los talentos que su amo les entregó. Asimismo Dios nos ha dado talentos y habilidades a todos, y ten­dremos que responder por ellos.

“Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere” (1º Corintios 12:11).

” Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios” (1º Pedro 4:10).

En el mundo que vivimos no es nada senci­llo acrecentar un capital inicial. Aquellos que han hecho fortuna con poco dinero, hoy son autores de libros de gran venta. En cada uno de ellos nos enseñan las estrategias de crecimiento y desarrollo de sus empresas. Pero el Señor en Su Palabra nos dio las técnicas espirituales para desarrollar los dones que ha sembrado en nues­tra vida a su máximo potencial.

A través de la Biblia observamos ocasiones en las que Dios usa burros. En lo personal estoy muy agradecido a Él que sabe usar burros. No sé cuál es su capacidad o dónde usted define la línea de burro, burro excelente, burro inferior, burro superior; pero sí sé que un hombre que tiene un espíritu de gra­titud dice: “Señor, gracias por el talento que me diste”. Seguramente esa persona intentará sacarle el máximo provecho al talento que le fue entregado.

Algunos viven lamentándose: “Señor ¿por qué le diste el talento a él, y yo no lo tengo? Señor, ¿cómo es que haces acep­ción de personas? ¿Será que cuando llegué a la fila de los talentos ya se habían acabado?”.

A todos nos han sido dado talentos. Si usted tiene un talento, puede convertirlo en dos. Ahora, esto es lo increíble. Usted lo con­vierte en dos. Muchos están esperando que el Señor le multiplique el talento. Pero en ver­dad es Dios quien está esperando que usted, sirvo fiel, lo multiplique.

Tal vez usted cree que no cuenta con la capacidad suficiente como para trabajar el talento que Dios le ha confiado. Pero permítame contarle la historia de una niña de 10 años que me enseñó una “Lección para el corazón”.

Sara nació sin el músculo de uno de sus pies, por esa razón usaba todo el tiempo un aparato para movilizarse. Un hermoso día de primavera llegó de la escuela y le dijo a su madre que había participado en las carreras deportivas de competencia escolar. Debido al soporte que sostenía su pierna, su madre comenzó a pensar rápidamente en algo que decirle para darle valor y animar a Sara. ¿Qué cosas podría decir su madre que no la desani­maran? Pero antes que pudiera pronunciar palabra, la niña dijo: “¡Mami, gane dos de las carreras! ¡No podía creerlo!”. Y agregó: “Pero tuve ventaja”. “¡Ah!, —pensó la mamá— lo sabía. Debieron de haberla dejado salir pri­mero que los demás”. Pero una vez más, antes que pudiera responder, la niña agregó: “Mami, no me dejaron salir primero que los demás. Mi ventaja fue tener que tratar más fuerte que los demás”.

¡Qué tremenda historia! Pero qué bueno es saber que aún aquellos que creen que no tiene el talento necesario para desa­rrollar, pueden intentarlo con más fuerza y entusiasmo, y le aseguro que lo lograrán.

Extracto del libro “Cómo Desarrollar Mis Talentos”
Por Marcos Witt

24 mayo 2011

Dosis diaria - Fracasar no es equivocarse...


Así dieron otra vuelta a la ciudad el segundo día, y volvieron al campamento; y de esta manera hicieron durante seis días. Josué 6:14.
La mayoría de las personas piensan que equivocarse es fracasar. Déjeme decirle que este tipo de pensamiento es erróneo.

El fracaso consiste en quedarse en la misma situación y no volver a intentarlo. Tomas Edison, el inventor de la lámpara incandescente, intento más de mil veces antes de poder conseguirlo. Tomas Edison, es recordado por sus supuestos fracasos o por intentarlo y lograr el éxito? Y su éxito fue inmediato?

El fracaso no se encuentra en las acciones. El fracaso es un estado mental y espiritual.  Una persona fracasada es aquella que dice: Ya lo hice todo. No hay nada más que hacer. Es imposible. No existe otra manera.

Muchos poseen el virus del fracaso escondido en algún lugar de sus cabezas. Si este es su caso, búsquelo y elimínelo de inmediato. No se deje engañar, el poder de mover el mundo lo tiene usted a través de Jesús.  Tome un nuevo impulso e inténtelo otra vez.

Dios ha puesto en usted un matador de gigantes, está allí dentro, dele lugar a la Palabra para que pueda exteriorizarse. Usted es una persona de pacto como lo fue David, declare la palabra de fe y ponga su voluntad en marcha. Golpee y golpee hasta derribar el problema, sea persistente. Con la Palabra de Dios hay que persistir. Determine se a ganar. Usted es un ganador.

El fracaso es no hacer nada. Si usted le pone fe y acción nunca vera en su vida nada que se parezca al fracaso.

Emprenda el negocio o el estudio que estuvo pensando, porque este es su ano de oportunidades divinas. Y recuerde, en todo lo que persista tendrá éxito.

Oración: Padre entiendo que el fracaso es una forma de pensar conformista. Yo me determino hoy a persistir en las metas que Tu pones en mi camino. Persistiré. Gracias, en el nombre de Jesús. Amen

David Wilkerson

23 mayo 2011

Dosis diaria - Con los Brazos Abiertos


Un descubrimiento de gran alcance ha sido hecho en estos años por los educadores, criminólogos y sociólogos. Ahora dicen que la capacidad de una persona para adaptarse a la vida depende de su sentido de aceptación.

Esto significa que un niño que se siente aceptado entre la gente como normal y digno, crecerá y se hará un ciudadano útil y respetado. En cambio el que se siente rechazado posiblemente llegue a ser criminal, suicida o, por lo menos, su influencia será negativa sobre sus semejantes. Los expertos han recogido una abundancia de ejemplos de la vida real para sostener sus conclusiones.

Pero esta idea en realidad no es nueva, sino es tan vieja como la raza humana. Forma parte de las enseñanzas del libro más viejo de mundo, la Biblia; también es central en el Evangelio de Jesucristo. Dicen las Sagradas Escrituras que la persona que se cree rechazada en cualquier grado terminará traumada, mientras al despertarse en ella un sentido de aceptación, puede transformar su carácter. Y el mensaje bíblico, mucho más que los textos modernos, hace hincapié en este hecho.

En pocas palabras, este es el mensaje que Dios quiere comunicarle al ser humano. El cristianismo, como se conoce hoy, incluye muchas leyes y costumbres agregadas por los hombres, pero la Palabra de Dios pura nos dice cómo lograr la vida abundante, cómo recuperar el equilibrio de la personalidad y concretar así el plan perfecto del Creador.

En realidad, Dios nunca menosprecia ni rechaza a nadie, por más humilde que sea su estado social, o por más vergonzosa que sea su crónica de conducta. La aceptación de Dios no significa aprobación; no depende de lo que uno ha hecho, ni cuánto tiene, ni su clasificación moral, sino de su valor como persona creada por Él.
La solución, cuando uno se siente rechazado, no radica simplemente en esforzarse para ganar aceptación, ni en tratar de parecer importante, ni en disciplinarse para poder respetarse y ser respetado. En lugar de eso, deben abrirse los ojos para ver la aceptación que ya tiene y siempre ha tenido delante de Dios. Si esto suena muy místico, digámoslo en otras palabras. Dios nos hizo a cada uno para un propósito y tenemos más valor de lo que podemos comprender.

Usted no puede ser completo como persona hasta que haga frente a esta realidad y la ponga como base para su vida. Cuando usted reposa en el hecho de que Dios le ama y le acepta completamente, podrá aceptarse a sí mismo, y aceptar a los demás en su justo valor.

Jesús mismo lo afirmó es esta forma: “A los que vienen a mí, no los echaré fuera”. San Pablo, hablando del mismo tema, declaró que ante Dios nadie está aceptado por su prestigio ni su religiosidad, sino que están “aceptados por medio del Amado (Cristo)”. ¿Y usted? ¿Cómo se siente en relación a esta verdad?

Por Rubén Kassabián

22 mayo 2011

Disco Recomendado: RED - End of Silence...

Un grupo que ha irrumpido en los últimos dos años con tonadas de la más alta categoría en la esfera musical. Nominada a un Grammy y ganadora de un Dove Award por su álbum debut End of Silence en el 2006. RED es una banda cristiana de se ha ganado el "derecho de piso" con un nu-metal de categoría mundial que lo ha puesto entre los más destacados grupos y referentes del genero.

Es por eso que hoy te traemos el disco debut de esta banda de Nashville TN, que desborda energía y sentimientos plasmados en los poderosos rifs de las guitarras acompañados de preciosos efectos electrónicos y adornos con otros instrumentos de cuerda. Un disco con letras profundas, muy buenas melodías y excelente calidad.

Para muestra les dejamos desde nuestro canal en Youtube, uno de sus primeros temas de RED. "Al Ready Over". Una canción cuya letra y video tratan sobre la tentación, y las dos opciones que tenemos: ceder ante ella, o superarla (claro está, no con nuestras propias fuerzas). Potencia, buenos efectos y una gran canción.



Dosis diaria - La certeza de lo se espera...

Pasaje clave: Génesis 17: 5,15-16.
Abraham y Sara.
Abraham y Sara no siempre fueron conocidos por esos nombres; hubo un tiempo cuando se llamaron Abram y Sarai. No tenían hijos, y eran ya entrados en años, pero Dios les prometió un hijo propio, que saldría de sus cuerpos. ¡Esto exigía un milagro!
Al parecer Dios les cambió sus nombres porque Abram y Sarai necesitaban renovar la imagen de sí mismos antes de que pudiera ocurrir el milagro. Sus nuevos nombres tenían un significado especial. Cada vez que eran mencionados se profetizaba su futuro: Abraham sería el padre de una multitud, y Sara la madre de muchas naciones.
Yo dudo que la estéril Sarai tuviera de sí misma la imagen de una princesa. Ella necesitaba verse a sí misma de manera diferente, y tener un nombre nuevo era parte importante de esa nueva autoimagen.
Ahora se hablaba correctamente de Abram y Sarai. Se estaban vertiendo a la atmósfera palabras que alcanzaban y tenían efecto en el reino del Espíritu, donde se hallaba su milagro. Esas palabras comenzaron a hacer realidad el milagro prometido por Dios. Ahora las palabras en la tierra coincidían con la Palabra que Dios había hablado en Génesis 15.
 Abraham le Creyó a Dios.
“Y él (Abram) creyó (confió, dependió y permaneció firme) en el Señor, y se le contó por justicia (recta relación con Dios)” (Génesis 15:1-6)
Vemos aquí que cuando Dios le dijo a Abram que tendría un hijo, que saldría de sí mismo, mediante el cual se convertiría en padre de muchas naciones, él le creyó a Dios.
En Romanos 4:18-21 leemos: “Cuando (humanamente para Abraham) se había acabado toda esperanza, tuvo fe que se convertiría en padre de muchas naciones, como se le había prometido; así (de numerosa) será tu descendencia. Su fe no se debilitó cuando consideró la impotencia de su cuerpo, como muerto, pues ya casi tenía 100 años, o (cuando consideró) la esterilidad de la matriz de Sara. Ni la incredulidad o la desconfianza lo hicieron dudar o vacilar (con interrogantes de duda) acerca de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe a medida que le daba gloria a Dios plenamente satisfecho y seguro de que Dios era poderoso y capaz de cumplir Su palabra, y de hacer lo que había prometido”.
Como ocurrió con Abraham, jamás recibiremos un milagro a menos que creamos que Dios puede hacer lo imposible, y que Él lo hará por nosotros.
En el caso de Abraham el milagro no ocurrió inmediatamente. Pasaron muchos años entre el momento cuando Dios le dijo que sería padre de muchas naciones y el nacimiento de su hijo Isaac.
Pienso que es importante resaltar cómo Abraham y Sara no sólo le creyeron a Dios, sino que sus palabras liberaron la fe.
La Biblia dice en Romanos 4:17 que nosotros le servimos a un Dios que habla de cosas no existentes (que Él ha predicho y prometido) como si (ya) existieran. Es la referencia dada en el pasaje ya citado, Génesis 17:5, el cual narra cómo Dios cambió los nombres de Abram y Sarai.
Estar de acuerdo con la Palabra de Dios, Su Palabra escrita o una palabra específica, y expresarlo verbalmente, nos ayuda a fortalecer nuestra fe hasta que la manifestación de esa palabra se hace visible.
En Amós 3:3, leemos: “¿Andarán dos juntos si no estuvieren de acuerdo?”. No podemos caminar con Dios en relación con Su plan para nuestras vidas, a menos que nos dispongamos a estar de acuerdo con Él, en nuestro corazón, y con nuestras palabras.
La elección es nuestra. “Al cielo y a la tierra llamo hoy como testigos contra ustedes, que he puesto delante de ustedes la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Escojan, pues, la vida para que vivan ustedes y sus descendientes” (Deuteronomio 30:19).
Yo creo que Dios está buscando hombres y mujeres en quienes pueda plantar las “semillas de Sus sueños”. Pero los sueños de Dios para nuestra vida y las de otros se realizan cuando estamos dispuestos a “concebir”. A coincidir mentalmente con Dios, en otras palabras, a creer lo que Él nos dice.
Creer es el primer paso importante, porque lo que hay en nuestro corazón lo que expresa nuestra boca: Porque de la plenitud (de la superabundancia que rebosa) del corazón, habla la boca (Mateo 12:34).
Nuestra boca expresa lo que hay en nuestras almas. Tal como la hemos definido, la mente es parte del alma. Atraemos hacia nosotros las cosas con las cuales hemos llenado nuestra alma. Si mantenemos nuestra alma y nuestra boca llenas de duda, incredulidad, temor y expresiones negativas, éstas se manifestarán en nuestra vida. De otro lado, si constantemente llenamos nuestra alma y nuestra boca de Dios, Su Palabra y Su plan, eso es lo que tendremos.
¡La elección es nuestra!

Extracto del libro “¡Esta Boca Mía!”
Por Joyce Meyer

20 mayo 2011

Dosis diaria - En medio de la tormenta...

Si algo me ha enseñado la vida es que somos probados por nuestras caídas y fracasos. Con esto no quiero decir que los cristianos que caen en viejos pecados y regresan al mundo están siendo probados. No, más bien hablo sobre aquellos creyentes que enfrentan un naufragio en su fe.

Pedro advirtió: “Cuidado, no sea también vosotros, siendo arrastrados por el error de los malvados, caigáis de vuestra firmeza” (2 Pedro 3:17). Pedro está alertando a los creyentes que están creciendo en santidad y quienes están dispuestos a seguir al Señor.

Algunos de ustedes pudieron haber sufrido una caída a pesar de todo el progreso que habían hecho con el Señor. Si le preguntara qué causó su caída, usted podría responder: “Hermano David, fue un ataque de ira. Fui provocado por mi propia familia y estallé. No lo puedo entender. Pensé que me estaba convirtiendo en una persona un poco más dulce, un poco más como Jesús. Pero alguien apretó el botón equivocado y perdí”. Usted puede decir: “Yo soy humano. ¿Cuánto se supone que debo aguantar?”

No importa que usted haya sido provocado o incluso que usted haya tenido la razón en esa riña. La provocación simplemente demostró que usted necesita liberación. La Escritura dice: “Toda amargura, cólera, ira, gritería [pelea], y maledicencia sea quitada de vosotros, y todo [rencor] maldad” (Efesios 4:31).

Dios va a continuar probándole hasta que usted diga: “Tengo un espíritu en mí que va a lograrlo.” Usted no verá un crecimiento en Cristo y paz en el hogar o en el trabajo, hasta que pueda decir: “Señor, tienes toda la razón, ¡saca de mi lo que tengas que sacar!”

Si usted está siendo probado en esta área o en cualquier otra según su situación, usted puede estar pensando: “Me siento tan indigno. ¿Cuánto terreno he perdido? ¿Todavía me ama El Señor?”

Amado santo, si realmente se ha arrepentido, usted no ha perdido absolutamente ningún terreno. Dios pone sus brazos amorosos a su alrededor y dice: “Yo permití que esto pasara para que veas lo que hay en tu corazón. Pero has avanzado. Has dicho que quieres caminar conmigo, y yo te estoy enseñando. Sé lo que hay dentro de ti y permitiré que seas provocado hasta que te deshagas de todo esto.”

¿Está usted siendo probado? Si es así, simplemente ore: “Señor, has puesto el dedo dentro de mí en algunas áreas, saca todo esto de mi corazón ¡Fortaléceme Señor para que no dé pasos hacia atrás sino que vaya contigo hacia adelante!”

David Wilkerson.

19 mayo 2011

Dosis diaria - ¿Hiciste eso por mi?…

¿Te has preguntado por qué Dios da tanto? Podríamos existir con mucho menos. Pudo habernos dejado en un mundo plano y gris; no habríamos sabido establecer la diferencia. Pero no lo hizo así:

Él hizo explotar naranjas en el amanecer

y limpió el cielo para que luciera azul.

Y si te gusta ver cómo se juntan los gansos,

Hay muchas posibilidades que eso lo puedas ver también.

¿Tuvo Él que hacer esponjosa la cola de la ardilla?

¿Se vio obligado a hacer que los pajarillos cantaran?

¿Y la forma divertida en que las gallinas corren

o la majestad del trueno que retumba?

¿Por qué dar a las flores aroma?

¿Por qué dar sabor a las comidas?

¿Podría ser que Él quiere ver

todo eso reflejado en tu faz?

Si nosotros hacemos regalos para demostrar nuestro amor, ¿cuánto más no querría hacer Él? Si a nosotros, salpicados de flaquezas y orgullo, nos agrada dar regalos, ¿cuánto más Dios, puro y perfecto, disfrutará dándonos regalos a nosotros?

Jesús preguntó: «Si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le piden?» (Mateo 7:11).

Los regalos de Dios derraman luz en el corazón de Dios, el corazón bueno y generoso de Dios. Santiago, el hermano de Jesús, nos dice: «Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces» (Santiago 1:17).

Cada regalo revela el amor de Dios… pero ningún regalo revela su amor más que los regalos de la cruz. Estos venían, no envueltos en papel, sino en pasión. No estaban alrededor del arbolito, sino en una cruz. Sin cintas de colores, sino salpicados con sangre.

Los regalos de la cruz.

Mucho se ha dicho sobre el regalo de la cruz mismo, ¿pero, y los demás regalos? ¿Los clavos? ¿La corona de espinas? ¿El manto que se apropiaron los soldados? ¿Las ropas fúnebres? ¿Te has dado el tiempo de abrir estos regalos?

Tú sabes que no tenía ninguna obligación de dárnoslos. El único acto, lo único que se requería para nuestra salvación era el derramamiento de sangre, pero Él hizo mucho más que eso. Muchísimo más. Examina la escena de la cruz. ¿Qué encuentras?

Una esponja empapada en vinagre.

Un letrero.

Dos cruces a ambos lados de Cristo.

Los regalos divinos intentan activar ese momento, ese segundo cuando sus rostros se iluminan, sus ojos se abren, y Dios te va a oír susurrando: «¿Tú hiciste esto por mí?»

La diadema de dolor

Que conmovió tu dulce faz,

Tres clavos horadando carne y madera

Para mantenerte en ese lugar.

Yo entiendo la necesidad de la sangre.

Me abrazo a tu sacrificio.

¿Pero la esponja amarga, la lanza cortante,

La escupida en tu rostro?

¿Tenía que ocurrir eso en la cruz?

No hubo una muerte apacible

sino seis horas colgando entre la vida y la muerte,

todo estimulado por un beso de traición.

«Oh Padre», tú insistes,

corazón silencioso a lo que habría de ocurrir,

Siento preguntar, pero necesito saber:

«¿Tú hiciste esto por mí?»


¿Estaríamos dispuestos a hacer esta oración? ¿A tener tales pensamientos? ¿Será posible que el cerro de la cruz esté lleno de regalos de Dios? ¿Los examinamos? Desempacamos estos regalos de gracia quizás por primera vez. Y mientras los tocas y sientes la madera de la cruz y sigues las marcas dejadas por la corona y palpas las puntas de los clavos, te detienes y escuchas. Quizás lo oigas susurrándote:

«Sí. Yo hice esto por ti».

Extracto del libro “Él Escogió los Clavos”

Por Max Lucado

18 mayo 2011

Dosis diaria - Atraviese la pared...


Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. 
Filipenses 4:13

Usted está corriendo la carrera que tiene por delante, moviéndose a toda velocidad con la bendición de Dios. De repente, ¡zas! Se estrella contra una pared. Puede ser una pared de enfermedad o de dificultad económica, de fracaso espiritual o de problemas familiares. Pero no importa el tipo de pared, el efecto es siempre el mismo. Lo detiene por completo.

La pregunta es: ¿qué hará cuando se estrelle contra una pared? Usted se sentirá tentado a retroceder y renuciar, pero no lo haga. Dios lo capacitará para atravesar esa pared y proseguir a la meta. No estoy diciendo que es fácil. En realidad es muy difícil. Pero tendrá que perseverar en los tiempos difíciles si quiere progresar en la vida.

Pregúntele a cualquier atleta. Le dirá eso mismo. Si el atleta ha triunfado, sabra de qué se trata. Él ha tenido que entrenarse y prepararse al máximo. Ha sentido que le duele el costado y también los pulmones. Ha tenido calambres en las piernas y muslos. Cuando sintió que ya no podía más, escuchó el grito del entrenador: “¡Vamos! ¡Muévete!”

Los atletas le dicen a eso “estrellarse contra la pared”. Es un tiempo cuando el cuerpo dice: “No más, es todo lo que puedo hacer. No puedo seguir. No puedo ir más rápido, me rindo”. Pero el atleta experimentado sabe que “la pared” no es el fin, sino una señal de que está a punto de hacer un nuevo progreso. Si se esfuerza un poco más, volverá a recobrar las energías. De repente, irá más rápido que antes, alcanzará un nivel de excelencia que no hubiera podido alcanzar de ninguna otra manera.

Cuando usted se sienta en la peor condición y el fracaso esté tocando a su puerta, métase en la Palabra de Dios. Quizá medite en un pasaje en particular por días o semanas, esperando recibir una revelación, al parecer sin éxito. Pero de pronto, como la aurora de la mañana, la luz irá en aumento hasta que el día sea perfecto. Usted verá la manera de avanzar. Lo único que tiene que hacer es abrir un agujero en esa pared de problemas, hacer en ella un hoyito con su fe y con la Palabra de Dios. Luego continúe perforando ese hoyo. ¡No se detenga! ¡Y, en breve, las fuerzas de Dios vendrán irrumpiendo con violencia y demoliendo todo obstáculo a su paso! Una vez que eso suceda, usted dejará de ser el mismo. Quedará totalmente convencido. Sólo toma una interrupción como esa para convertirle en un campeón que nunca se rinde y nunca muere.
Por Calithos

17 mayo 2011

Dosis diaria - Cortando por lo sano


Jesús le dijo a sus discípulos, “Por tanto, si tu mano o tu pie te es ocasión de caer, córtalo y échalo de ti; mejor te es entrar en la vida cojo o manco, que teniendo dos manos o dos pies ser echado en el fuego eterno” (Mateo 18:8).

Jesús inicia este versículo con la palabra Por tanto, que siginifica “a la luz de esto que he dicho.” Con ello, Jesús vincula su afirmación al contexto de su lección acerca de mezclar las obras con la cruz. De tal manera que cuando él dice, “Si tu mano o tú pie te es ocasión de caer,” se refiere a la cómo la cruz representa una ofensa a la carne.

Cuando Jesús dice, “sácalo – córtalo”, él se estaba dirigiendo a los judíos que lo escuchaban hablar sobre su confianza en sus buenas obras. La mano, el pie y el ojo representan a la carne – instrumentos de independencia mediante los cuales cada hombre toma su propio camino y se subordina a su voluntad y esfuerzo humano para deshacerse de las ataduras del pecado. Cristo les está diciendo a tales personas, “Tu ojo está enfocado en la cosa equivocada. Estás viendo tu propia habilidad y poder. Por lo tanto, arranca tu ojo. Tú tienes que quitar de tu cuerpo, mente y corazón dicha malvada forma de pensar. Renuncia a ella, remuévela quirúrgicamente. Corta de ti toda esperanza de ofrecerle a Dios cualquier cosa que provenga de tu propio mérito o bondad. Lujurias y ofensas deben de ser cortadas – pero no por tus manos. Este es trabajo del Espíritu.”

“Luego simplemente corre a mis brazos. Humíllate como un niño al hacer tuya mi victoria en la cruz. Comprométete a una vida de devoción total y d edependencia en mí. Debido a mi obra en el Calvario, ya no te perteneces a tí mismo. Te he comprado. Mi Espíritu cumplirá mi petición de Santidad en ti.”

16 mayo 2011

Dosis diaria - ¿Puede Dios contar con usted?

Y dijo el Señor: ¿Quién es el mayordomo fiel y prudente al cual su señor pondrá sobre su casa, para que a tiempo les dé su ración? Lucas 12:42

Con frecuencia alabamos a Dios por su fidelidad. Estamos agradecidos de que siempre podemos contar con que Él esté a nuestro favor. Pero rara vez consideramos el hecho de que Él necesita también que seamos fieles.

Es cierto. Dios necesita gente con la que pueda contar. Él necesita administradores fieles y sabios a los que pueda confiar su casa. En esta hora final, Dios necesita administradores fieles para poder manifestarse más ampliamente en la tierra.

“¡Gloria, Dios no me necesita!”

Sí, Él le necesita. Desde la creación, cuando le dio al hombre dominio sobre la tierra, Él ha necesitado gente que trabaje con Él para que su voluntad sea hecha aquí en la tierra. Usted puede ver eso en toda la Biblia. Cuando los hijos de Israel estaban en cautiverio en Egipto y Él quería sacarlos, buscó a un hombre, Moisés, para que hiciera el trabajo. La responsabilidad de Moisés fue extender la mano y mandar que la voluntad de Dios fuese hecha en la tierra.

¿Por qué escogió a Moisés? Porque necesitaba a alguien que fuera fiel y se atreviera a actuar conforme a su Palabra. Necesitaba a alguien con quien pudiera contar, y Él sabía que Moisés era esa clase de hombre. El Salmo 103:7 dice: “Dio a conocer sus caminos a Moisés; reveló sus obras al pueblo de Israel”. Si Moisés no hubiese sido fiel en conocer los caminos de Dios, el pueblo de Israel nunca habría visto las obras de Dios.

Dios le necesita a usted así como necesitó a Moisés. él necesita que usted sea fiel y esté atento a las cosas espirituales; necesita que sea alguien en quien Él pueda confiar, que conozca su Palabra y sea obediente a ella. Dios necesita que usted sea un administrador que extienda su mano como Moisés lo hizo, para que Él pueda hacer señales y prodigios entre la gente.

¿Será usted fiel? Es una decisión que solo usted podrá tomar, nadie podrá tomarla por usted. Ahora mismo, comprométase a ser un siervo fiel y prudente. Diga en su corazón y con su boca: “Dios, puedes contar conmigo“.

Por Gloria Copeland

15 mayo 2011

Dosis diaria - La voz en medio de la zarza...


Con seguridad a Moisés se le cayeron las sandalias por causa de la emoción. Nos preguntamos qué sorprendió más al anciano: que Dios le hablase desde una zarza o el simple hecho de que Dios le hablase.

Recuerdas su historia. De la nobleza por adopción. Un israelita criado en un palacio egipcio. Sus compatriotas eran esclavos, pero Moisés era privilegiado. Comía a la mesa real. Fue educado en las escuelas más refinadas.

Pero la maestra que más influyó no tenía título alguno. Era su madre. Una judía que contrataron para ser su nodriza. «Moisés», casi puedes escuchar cómo le susurra a su joven hijo, «Dios te ha colocado aquí a propósito. Algún día librarás a tu pueblo. Nunca olvides, Moisés. Nunca olvides».

Moisés no lo hizo. La llama de la justicia se hizo más caliente hasta arder. Moisés vio a un egipcio que golpeaba a un esclavo hebreo y asesinó al egipcio.

Al día siguiente Moisés vio al hebreo. Pensarías que el esclavo le daría las gracias. No lo hizo. En lugar de mostrar gratitud, expresó enojo (Éxodo 2.14).

Moisés supo que estaba en dificultades. Huyó de Egipto y se ocultó en el desierto. Llámalo un cambio de carrera. Pasó de cenar con los dirigentes de estado a contar cabezas de ovejas.

No puede decirse que haya escalado una posición.

Y así fue que un hebreo brillante y prometedor comenzó a cuidar ovejas en las colinas. Del círculo más refinado al cultivo de algodón. De la oficina oval al taxi. De mecer el palo de golf a cavar una zanja.

Moisés pensó que el cambio era permanente. No existe evidencia de que haya albergado jamás la intención de regresar a Egipto. Es más, todo parece indicar que deseaba permanecer con sus ovejas (Éxodo 3.11).

Me alegra que Moisés haya hecho esa pregunta. Es una buena pregunta. ¿Por qué Moisés? O, más específicamente, ¿por qué el Moisés de 80 años?

La versión de 40 años era más atractiva. El Moisés que vimos en Egipto era más temerario y seguro. Pero el que encontramos cuatro décadas más tarde era reacio y curtido.

Si tú o yo hubiésemos visto a Moisés allá en Egipto, habríamos dicho: «Este hombre está listo para la batalla». Fue educado en el sistema más refinado del mundo. Entrenado por los soldados más hábiles. Contaba con acceso instantáneo al círculo íntimo del Faraón. Moisés hablaba su idioma y conocía sus costumbres. Era el hombre perfecto para la tarea.

Moisés a los cuarenta años nos gusta. ¿Pero Moisés a los 80? De ninguna manera. Demasiado viejo. Demasiado cansado. Huele a pastor. Habla como extranjero. ¿Qué impacto causaría al Faraón? No es el hombre indicado para la tarea.

Y Moisés habría estado de acuerdo. «Ya lo intenté antes», diría él. «Ese pueblo no quiere ayuda. Sólo déjame aquí para cuidar de mis ovejas. Son más fáciles de guiar».

Moisés no habría ido. Tú no lo habrías enviado. Yo no lo habría enviado.

Pero Dios sí lo hizo. ¿Cómo se entiende esto? En el banco de suplentes a los 40 y titular a los 80. ¿Por qué? ¿Qué sabe ahora que en aquel entonces desconocía? ¿Qué aprendió en el desierto que en Egipto no aprendió?

Para empezar, la vida en el desierto. El Moisés de 40 años era de la ciudad. El octogenario conoce el nombre de cada serpiente y la ubicación de cada pozo de agua. Si debe conducir a miles de hebreos en el desierto, será mejor que conozca lo básico de la vida en el desierto.

Si debe viajar con familias durante 40 años, es posible que le sea de ayuda comprender cómo actúan. Contrae matrimonio con una mujer de fe, la hija de un sacerdote madianita, y establece su familia.

Pero aún más importante que la vida en el desierto y la gente, Moisés necesita aprender algo acerca de sí mismo.

Al parecer lo ha aprendido. Dios dice que Moisés está listo.

Y para convencerlo, le habla a través de un arbusto. (Era necesario que hiciese algo dramático para captar la atención de Moisés.)

«Se acabaron las clases», le dice Dios. «Ha llegado el momento de ponerse a trabajar». Pobre Moisés. Ni siquiera sabía que estaba inscrito.

Pero sí lo estaba. Y, adivina qué. También lo estás tú. La voz de la zarza es la voz que te susurra. Te recuerda que Dios aún no ha acabado contigo. Claro que es posible que pienses que sí ha acabado. Tal vez pienses que ya estás en descenso. Quizás pienses que tiene otro que puede realizar la tarea.

Si eso es lo que piensas, reconsidera.

«El que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo».

¿Viste lo que hace Dios? Una buena obra en ti.

¿Viste cuando la acabará? Cuando regrese Jesús.

¿Me permites deletrear el mensaje? Dios aún no ha terminado su obra en ti.

Tu Padre quiere que sepas eso. Y para convencerte, es posible que te sorprenda.

Extracto del libro “Cuando Dios Susurra Tu Nombre”
Por Max Lucado

14 mayo 2011

Dosis diaria - Gracia antes del desayuno...


Pasaje clave: Juan 21:12.

Los pensamientos de Pedro son interrumpidos por un grito desde la costa. «¿Han pescado algo?»

Pedro y Juan levantan la vista. Probablemente se trate de algún habitante del pueblo. «¡No!», gritan ellos.

«¡Prueben del otro lado!», les vuelve a gritar la voz.

Juan mira a Pedro. ¿Qué daño puede hacer? De manera que nuevamente sale volando la red. Pedro envuelve su muñeca con la soga para esperar.

Pero no hay espera. La soga se pone tirante y la red tensa. Pedro apoya su peso contra el costado de la barca y comienza a jalar la red; extiende su mano hacia abajo, hala hacia arriba, la extiende hacia abajo, hala hacia arriba. Está tan inmerso en la tarea que se le escapa el mensaje.

A Juan no. El momento le resulta conocido. Esto ha suce­dido anteriormente. La larga noche. La red vacía. El llamado a lanzar nuevamente la red. Los peces agitándose dentro de la barca. ¡Un momento! Levanta su vista para mirar al hombre en la costa. «¡Es Él!», susurra.

Luego levanta más la voz: «Es Jesús».

Pedro se vira y mira. Jesús el Dios del cielo y de la tierra está en la playa. Y está preparando un fuego.

Pedro se zambulle en el mar, nada hasta la costa y sale tro­pezando, mojado, tiritando y se para delante del amigo traicio­nado. Jesús ha preparado unas brasas.

—Vengan a desayunar —les dice Jesús.

Por una de las pocas veces en su vida, Pedro está en silencio. ¿Qué pudiera decir que fuera suficiente? El momento es dema­siado sagrado para las palabras. Dios le está ofreciendo desayu­no al amigo que lo traicionó. Y Pedro, una vez más, encuentra gracia en Galilea.

Extracto del libro “3:16
Por Max Lucado

13 mayo 2011

Dosis diaria - Su vida es vida...


El corazón de Jesús fue puro.

Miles adoraban al Salvador, sin embargo estaba contento con una vida sencilla.

Había muje­res que lo atendían (Lc.8:1-3), sin embargo jamás se le acu­só de pensamientos lujuriosos; su propia creación lo despreció, pero voluntariamente los perdonó incluso antes de que pidie­ran misericordia.

Pedro, quien acompañó a Jesús por tres años y medio, le describe como «un cordero sin mancha y sin defec­to» (1º P.1:19). Después de pasar el mismo tiempo con Jesús, Juan concluyó: «Y él no tiene pecado» (1º Jn.3:5).
El corazón de Jesús fue pacífico.

Los discípulos se preocu­paron por la necesidad de alimentar a miles, pero Jesús no. Agradeció a
Dios por el problema.

Los discípulos gritaron por miedo a la tempestad, pero Jesús no. Él dormía. Jesús levantó su mano para sanar. Su corazón tenía paz. Cuando sus discí­pulos lo abandonaron, ¿se enfadó y se fue a su casa? Cuando Pedro lo negó, ¿perdió Jesús los estribos? Cuando los soldados le escupieron en la cara, ¿les vomitó fuego encima? Ni pensar­lo. Tenía paz. Los perdonó. Rehusó dejarse llevar por la ven­ganza.

También rehusó dejarse llevar por nada que no fuera su alto llamamiento. Su corazón estaba lleno de propósitos. La mayoría de las vidas no se proyectan hacia algo en particular, y nada logran. Jesús se proyectó hacia una sola meta: salvar a la humanidad de sus pecados. Pudo resumir su vida con una fra­se: «Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido» (Lc.19:10).

El mismo que salvó su alma anhela rehacer su corazón. Dios está dispuesto a cambiarnos a semejanza del Salvador. ¿Acep­taremos su oferta?

Extracto del libro “3:16”
Por Max Lucado


pd. Por un fallo en el Blogger a nivel internacional, la publicación de ayer no fue realizada en el blog, sino directamente desde el Facebook, única plataforma de servicio que se encontraba disponible.

11 mayo 2011

Serie: ¿Como llegar fin de mes? (Primera Parte)

Llegar a fin de mes, para muchos siempre es complicado. Sin embargo, en esta serie de artículos veremos como aplicar los principios de administración que Dios nos ha dejado en su palabra, y eliminar de una vez por todas las tensiones financieras. 

Una guía práctica respecto de qué hacer para obtener paz y libertad económica, con una base que no encuentra fundamentada en una falsa teoría de la prosperidad, sino en siete principios bíblicos de administración que se encuentran en las escrituras, y podemos aplicar a nuestra vida diaria para disfrutar plenamente del plan que Dios tiene para nosotros.

Siete Principios Bíblicos sobre la Administración de nuestras finanzas.

1. Dios es dueño de todo (Salmo 24:1; 50:12; 1 Crónicas 29:13, 14). Como cristianos, entendemos que nada hemos traído a este mundo, y que nada nos llevaremos de él. Mientras vivimos, sólo somos administradores de lo que Dios nos ha confiado. Lo único importante es ser fiel.

2. Debemos conceder el primer lugar a Dios y a sus sabios consejos (Proverbios 3:5-9; Mateo 6:33). El Señor puede ver nuestras vidas de comienzo a fin. Él sabe lo que es mejor para cada uno de nosotros y desea que prosperemos. Esto no significa sólo preguntarse “¿Qué haría Jesús en mi lugar?”, sino más bien “¿Cuál es su consejo respecto a esta área de la vida?”

3. Nuestro propósito en la vida es glorificar a Dios (Mateo 5:16; 1 Corintios 10:31). Las personas con mente secular buscan prosperar para gastar y acumular. Los cristianos buscan prosperar para atender sus propias necesidades, ayudar a los demás y contribuir al avance de la causa de Dios. Saben que son embajadores del Reino de los Cielos.

4. La prosperidad consiste en tener lo que necesitamos cuando lo necesitamos (Filipenses 4:19; Isaías 26:3). Dios no nos ha prometido que si somos cristianos seremos ricos a los ojos del mundo. Pero nos ha prometido que si le servimos de corazón, atenderá nuestras necesidades, estará con nosotros donde vayamos y nos concederá paz interior.

5. Es malo tener deudas (Proverbios 22:7; Romanos 13:8; Salmo 37:21). Reconocer y aplicar este principio puede traer paz a nuestras familias y prosperidad a la causa de Dios más que ninguna otra cosa. Las deudas causan estrés individual y conflictos familiares.

6. El diezmo es la evidencia mínima de nuestro compromiso cristiano (Génesis14:20; 28:20-22; Levítico 27:30; Malaquías 3:6-11). Desde la perspectiva de alguien que lee la Biblia cada año para tener una visión más amplia de la vida, puedo decir que en ningún lugar de la Biblia se dice que sólo un diez por ciento de nuestras ganancias pertenece a Dios. La incapacidad de reconocer y practicar este principio nos separa de la sabiduría y bendición divinas (ver Deuteronomio 28).

7. Todos deberemos dar cuenta a Dios de la manera en que administramos el dinero (Mateo 25:19-29; 2 Corintios 5:10; Apocalipsis 22:12). No hay nada más cierto en la Biblia que el hecho del juicio divino al fin de la historia humana. Al arreglar las cuentas con sus hijos fieles, Dios les dirá: “Muy bien, eres un empleado bueno y fiel; ya que fuiste fiel en lo poco, te pondrá a cargo de mucho más. Entra y alégrate conmigo” (Mateo 25:21, VP).

Continuamos la próxima semana...

Dosis diaria - Por amor...

¿Sería usted capaz de hacer lo que hizo Jesús? Cambió un castillo sin manchas por un establo mugriento.
Cambió la alabanza de los ángeles por la compañía de asesinos. Él podía sostener el universo en la palma de la mano, pero renunció a ello para Motar en el vientre de una muchacha.
Si usted fuera Dios, ¿dormiría sobre paja, se alimentaría del seno de una mujer y dejaría que le envolvieran en pañales? Yo no lo haría, pero Cristo sí lo hizo.
Si supiera que aquellos a quienes ama se reirían en su cara, ¿se seguiría preocupando por ellos? … Cristo lo hizo.
Se humilló a sí mismo. Pasó de darles órdenes a los ángeles, a dormir sobre paja. De sostener las estrellas, a tomarle el dedo a María. La palma que sostenía el universo recibió el clavo de un soldado.
¿Por qué? Porque eso es lo que hace el amor. Anteponer al amado.
El amor recorre distancias… y Cristo viajó desde la eternidad ilimitada a ser confinado por el tiempo para convertirse en uno de nosotros. No tenía por qué. Pudo haber desistido. En cualquier punto del camino pudo haberse echado atrás.
Cuando vio el tamaño del vientre pudo haberse detenido.
Cuando vio lo pequeña que sería su manita, lo suave que sería su voz, el hambre que sentiría en su barriguita, podría haberse detenido.
Al primer atisbo del establo maloliente, a la primera ráfaga de aire frío.
La primera vez que se raspó la rodilla o se limpió la nariz o comió rosquillas quemadas, pudo haberse dado la vuelta y marcharse.
Cuando vio el piso sucio de su casa de Nazaret.
Cuando José le asignó la primera tarea.
Cuando sus compañeros de clase se quedaban dormidos mientras se leía la Torá, su Torá.
Cuando el vecino tomó su nombre en vano.
Cuando el granje¬ro perezoso maldijo a Dios por su mala cosecha.
En cualquier caso Jesús pudo haber dicho: «¡Basta ya! ¡Se acabó! Me marcho a casa». Pero no lo hizo.
No lo hizo porque Él es amor.

Extracto del libro “3:16″
Por Max Lucado

10 mayo 2011

Dosis diaria - Gallinas, un Martillo y Jesús...

“¿No es éste el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros sus hermanas?” (Marcos 6:3)

Imagine una aldea polvorienta y tranquila. Nazaret.

Un pueblo nada impresionante en una nación poco impresionante.

Haga caso omiso de las casas más bonitas de la aldea. José y María celebraron el nacimiento de Jesús ofreciendo dos tórto­las en el templo, la ofrenda de los pobres (Le 2:22-24).

Vaya a la parte más pobre del pueblo. No asolada por la pobreza ni la indigencia, pero sí humilde.

Busque además una madre soltera. La ausencia de José en la vida adulta de Jesús sugiere que María quizás crió sola a Jesús y sus hermanos.

Necesitamos un hogar modesto con una madre y un peón ordinario. Los vecinos de Jesús lo recorda­ban como un obrero. « ¿No es acaso el carpintero?» (Mr.6:3).

Jesús tenía manos callosas, camisas manchadas por el sudor y —esto podría sorprenderle a usted— aspecto común. «No había en él belleza ni majestad alguna; su aspecto no era atrac­tivo y nada en su apariencia lo hacía deseable» (Is 53:2).

Criado en una nación olvidada, entre gente oprimida de una recóndita aldea. ¿Podría usted reconocerlo? ¿Ve la casa de adobe con el techo de paja? Sí, la que tiene gallinas en el patio y el adolescente desgarbado que repara sillas en el cobertizo.

«Por eso era preciso que en todo se asemejara a sus hermanos, para ser un sumo sacerdote fiel y misericordioso al servició de Dios, a fin de expiar los pecados del pueblo. Por haber sufrido él mismo la tentación, puede socorrer a los que son tentados» (Hb.2:17-18).

¿Por qué el más selecto Hijo del cielo soportaría el más severo dolor terrenal? Para que usted supiera que Él sabe cómo se siente usted.

Extracto del libro “3:16 - Los Números de la Esperanza”
Por Max Lucado

09 mayo 2011

Dosis diaria - Y lo común se convirtió en extraordinario...

Hay una palabra que describe la noche en que Él vino: común. El cielo era común, las ovejas eran corrientes y los pastores simples campesinos. A lo mucho quizás un par de diamantes que relucían en el terciopelo oscuro. Una noche llena de personas sinceras, sencillas, y comunes. Un día que pudo pasar desapercibido, de no ser porque a Dios se le antojo agregar un detalle que nunca podrá ser olvidado. Lo que el hombre no pudo imaginar, Él se atreve hacerlo realidad.

El cielo estalla, los árboles irrumpen en claridad y las ovejas enmudecen. A lo lejos un pastor observa incrédulo y se restriega sus ojos para saber si está soñando o se trata de una hermosa realidad. De un momento a otro, la noche pasa de lo ordinario a lo extraordinario. El anuncio llega a los pastores. El mesías se encuentra en un pesebre. Un lugar pequeño, frío y maloliente.

Nada sobresale en la escena. El piso es duro y la paja escasa. El establo apesta a excremento. Nada sobresale excepto la joven que sostiene la criatura entre sus brazos. El dolor del parto se ha alejado de su rostro. Su mirada se pierde ahora en la de su pequeño. El niño parece cualquier cosa menos un rey. Tiene la cara roja y arrugada. Depende completamente de la joven para subsistir. Ella toca el rostro del Dios hecho hombre. Has venido desde muy lejos, piensa posiblemente en sus adentros.

¿Por qué lo hizo? Es la pregunta del millón. Cambiar su castillo por un establo. La alabanza de miles de ángeles por la compañía de asesinos. Pasar de sostener el universo en la palma de su mano, para trabajar y dormir entre los hombres. De sostener las estrellas, a depender del cuidado de sus padres. De vivir la comodidad de lo eterno, a dar su vida por los seres que había creado. ¿Por qué? Es la pregunta que en estas fechas de carreras y regalos obviamos. Por amor.

Fue el amor hacia su creación lo que le hizo abandonar la eternidad, para ser confinando en un pequeño espacio temporal en medio de la humanidad. No tenía porque. Pudo haberse negado. Como dice Max Lucado, en cualquier punto del camino pudo haberse echado a atrás. Cuando vio lo viles que eran los seres que había creado pudo cancelar su misión. La forma en que tomaban en vano su nombre. Los hombres maldiciendo a su Padre por las cosechas, los mujeres traicionando a sus maridos o personas negando lo que por años había creído, el Mesías -nuestro salvador- pudo haberse rendido. Pero no lo hizo. ¿Porque? Todo por amor.

La clave se encuentra en 28 palabras que forman un desfile de esperanza para los que estamos vivos. Una declaración que empieza en Dios y finaliza en la vida. Tan sencillo que puede escribirse en un pequeño pedazo de papel, pero con tanto significado que pudo cambiar para siempre la historia de la humanidad. Palabras que podemos tomar o desechar, pero que no cambian el efecto del maravilloso acontecimiento que recordamos esta noche. La noche donde lo común se convirtió en extraordinario:

Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su único hijo, para todo aquel que en él crea, no se pierda, sino que tenga vida eterna - Juan 3:16.

Texto adaptado del Libro "3:16, Los números de la esperanza"
Por Max Lucado

08 mayo 2011

Generación X: 10 pequeños detalles que hacen grandes diferencias

Se acerca el inicio de semana, y queremos compartir con nuestros amigos una pequeña lista de 18 puntos creada originalmente para el sector masculino de los cuales hemos escogido los que nos parecen los más útiles para ambos géneros. Espero que les pueda ser tan útil como nos ha sido a nosotros, y puedan seguir dejando gratos recuerdos en las personas que les rodean.

10 pequeños detalles que hacen grandes diferencias.
por Diego, Web del Hombre

  1. Presta atención -verdadera atención- a un niño pequeño. Todos recordamos a aquellos adultos que lo hicieron cuando éramos niños. Ellos pasan a ser nuestros modelos de comportamiento.
  2. Gratitud. Toma 15 segundos agradecer a alguien por su tiempo o por un regalo. Toma 15 años para ellos olvidarte cuando tú no lo haces.
  3. Escucha, realmente escucha, a tu abuelo cuando te repite por novena vez lo importante que es algo o la historia de lo que le pasó hace años. Ni se te ocurra reclamar. Está tratando de trascender a través tuyo.
  4. Hacer notas escritas, sobre todo si dicen cosas positivas de alguien. Acompañarán toda una vida a alguien.
  5. Permanecer en silencio cuando hay que hacerlo. La gente no recuerda que te quedaste callado. Te recuerda cuando hiciste una broma estúpida acerca de la enfermedad de alguien.
  6. Saludar apropiadamente. Hacerlo mirando a los ojos y dando la mano firmemente es una forma sutil de decir “No estoy por encima ni por debajo tuyo”.
  7. Haz ejercicio. Diez minutos al día pueden ayudarte a controlar la presión de la sangre y a despejar tu mente.
  8. Ten detalles con alguien más. Tener muchos te hará alguien a quien la gente quiere tener a su lado. No los tengas, y la gente se sentirá descartable contigo.
  9. Ten una cita especial con tu pareja de vez en cuando, aún si ya están casados y con hijos.
  10. La vida pasa muy rápido. No dejes pasar la oportunidad decirle a alguien cercano lo importante que es para ti.

Recuerda: La vida es demasiado corta como para gastarla en nosotros mismos. Invirtamos en un ser querido.

Dosis diaria - Un ayuno especial...

Por Dante Gebel - Hay dos áreas personales con las que he luchado gran parte de mi juventud. La primera es la televisión pues siempre me han apasionado los medios de comunicación en todas sus formas. De hecho, una gran parte de mi adolescencia trabajé como dibujante humorístico y diseñador gráfico de revistas y periódicos.

Podía pasar más de cinco horas haciendo zapping con el control remoto, recorriendo sistemáticamente más de sesenta canales. Nunca lo consideré una debilidad, pues calmaba mi conciencia con el argumento de que tan solo estaba informándome. Después de todo, necesitaba desconectarme de las tensiones diarias. Sin embargo, poco a poco las horas perdidas frente al televisor lograban disipar mi vida de oración. «Puedo manejar esto con madurez —decía—, si elijo qué mirar; así nunca tendré problemas con mi vida espiritual».

Una noche, luego de apagar el televisor, fui a mi cuarto a orar y le pregunté al Señor qué me faltaba para que Él pudiera usarme. Entonces oí una voz en el corazón: «Quiero que ayunes. Pero no un ayuno de alimentos, sino un ayuno de cosas legítimas».

Eso significaba abstenerme de ciertos «placeres» que, no necesariamente eran pecado pero sí me eran solicitadas por Dios. Un ayuno de «cosas legítimas» implica entonces negarse amistades poco convenientes, conversaciones ociosas u horas frente a la pantalla del televisor. Si piensa que me quejé, está en lo cierto. Después de «explicarle» al Señor que mirar televisión no es pecado ni tampoco el observar una película me haría abandonar la oración, y después de esgrimir muchas otras excusas, entendí que Dios deseaba hacerme iniciar mi paso por la cruz ayunando de todo lo que ocupaba mi valioso tiempo.

Valoro mucho los ayunos de alimentos, mas estoy convencido de que no sirve de nada abstenerse de alimentos todo un día si luego nos «atragantamos» con la televisión o con cualquier otro tipo de distracciones el resto de la semana. Por eso, estar muerto a la carne significa ser capaz de darlo todo no solo en un ayuno ocasional, sino en toda nuestra vida.

Lo segundo por enfrentar fue mi amor desmedido hacia el ministerio.

El 17 de junio de 1996 viajé a San Nicolás, Buenos Aires, para predicar en una cumbre juvenil. En medio de la oración pedí al Señor me mostrara si aún quedaba algo que continuara empañando mi comunión con Él. Fue entonces cuando pude oír claramente: «Tu ministerio». Le dije al Señor cuán agradecido estaba por el trabajo con la juventud y que anhelaba saber si existía algún impedimento para acercarme a Él. «Tu ministerio» —fueron otra vez las dos únicas palabras que escuché con claridad. Dios trataba de decirme que mi trabajo en la obra de Dios había ocupado el lugar que le pertenecía únicamente a Él.

«Oh, Señor amado —oré— he luchado con mis complejos gran parte de mi juventud y lo único que me dio esperanzas fue haberte conocido. El ministerio es todo lo que tengo, es mi motor, mi oxígeno. Tú sabes cuánto amo predicar y hacer cruzadas; si me pides eso, no me queda absolutamente nada». Aunque todo lo expresado era cierto, también ese amor por el ministerio, bien lo sabía, opacaba a quien me lo había entregado. Y cuando la profecía se vuelve mayor que su propio generador, es necesario sacrificarla en el altar.

El hambre por el éxito había tomado el control y el hambre de Dios tenía el asiento trasero. Dios cela ese estrado que tanto amamos. El Señor, de ser necesario, nos arrancará de los púlpitos y nos llevará a su intimidad, al cuarto privado de oración.

Recuerdo una etapa de mi vida donde, literalmente, llegaba exhausto a la cama; en otras, solo revisaba viejos bosquejos de sermones para elegir cuál predicaría esa misma noche. Y aunque todas mis actividades las hacía de corazón y eran absolutamente loables, también secaban mi vida espiritual, es decir, mis ocupaciones estropeaban mi altar. Incluso llegué al punto de tener compromisos para predicar hasta ¡dos años enteros por adelantado! En esos momentos me sentía realizado de ser tan joven y de tener tanta actividad relacionada con el Reino. Pero para Dios no es importante una agenda repleta sino una buena relación con Él.

En medio de este caos de actividades, me llegó una invitación a uno de los congresos más importantes de Latinoamérica. Por supuesto acepté gustoso y fijamos una fecha. Cuando corté el teléfono, Dios me dijo claramente: «No vas a ir. Quiero que suspendas todas tus invitaciones y vengas a mi altar. Te espero en las madrugadas para charlar cara a cara». Evidentemente no fue fácil obedecer, pero Él no estaba dispuesto a que el ministerio devorara mi comunión íntima con Él.

Las credenciales y los doctorados no te habilitan para estar ungido, solo pasar por la cruz marca la diferencia.

Conexión 3:16 - Pregunta para reflexionar.
  • ¿Cuales son las cosas que crees que necesitas dejar para que Dios explote realmente el potencial que hay en ti?
  • Si tuvieras que entregar algo en un "ayuno especial" ¿que sería?

07 mayo 2011

En-Notados: No hay nadie como tú...

Sabes, es "extraño", no hay ventanas en este cuarto. Simplemente paredes de concreto pintadas de blanco. No hay paisaje motivador. Solo sombras. Y aún así. Eres capaz de iluminar mi vida desde buena mañana, y pintar de color cada rincón de esta fría habitación. Han sido días difíciles. ¿Que puedo contarte sobre ello? Tú más que nada lo sabes. Hemos pasado por un eterno desierto de angustia y desesperación. Luchado en las sombras. Gritado y peleado en silencio. Contra todos. Contra lo que hay en mi. Contra ti. Y aún así, después de todo lo que hemos pasado, me levanto, veo tu rostro y pienso que no hay nada ni nadie que se compare contigo. Nada. Nadie. No hay nadie como tu.

Mis pensamientos no te son ocultos. Las lágrimas que derramo en este momento, sobre este viejo escritorio, tampoco lo son. Te amo. Lo sabes. Con cada parte de mi alma y mi cuerpo. Cuando la vida carecía de sentido, llegaste y me sacaste del olvido. No he olvidado lo que era. No pienses que lo he hecho. He maldecido a mis enemigos y gritado con furia al cielo. Pero no he olvidado todo lo que por mi has hecho. Jamás podré hacerlo.

¿Como hacerlo? Mi cuerpo eran solo despojos. Carne putrefacta que caminaba entre la delgada línea que separa las sombras de la muerte, sin saber cual es su destino o su suerte. Y entonces te acercaste a mi. Me miraste a los ojos. Y me hablaste. Una sola de tus palabras fue suficiente. Pero tú no te conformaste con ello, tenías algo más, y como al leproso, me tocaste. En lo más profundo de mi ser. Y mi vida cambio para siempre.

Esa noche te hice una promesa. Si me sacas del pozo en que estoy. Pase lo que pase. Yo te serviré. ¿Como? No tengo la menor idea. Aún hoy no la tengo. Pero aquí estoy. Siete años después. Como la Magdalena arrojado a tus pies. Diciendo que prefiero la muerte antes de perderte. Que no me importa haberlo perdido todo. Tú eres más que suficiente. Sabes, aún recuerdo nuestra canción. Se que tú también lo haces. Muchas veces la cantamos juntos. Y esta noche quiero hacerlo de nuevo. Como aquella primera vez...


Te amo. No me cansaré de repetirlo. Hasta que las estrellas estallen, y los cielos se quemen. Yo te voy amar por siempre. En las buenas. En las malas. Porque muchas cosas o personas han podido llenar y capturar mi corazón, más tú eres el único que ha podido impactar y saciar mi alma. ¿Porque? Porque no hay nadie como tú...